viernes, 4 de febrero de 2011

Opinión, 03 de Agosto de 2007

Opinión, 03 de Agosto de 2007

Septiembre – 4

Santiago Niño Becerra


Continuación. 

Entre Septiembre del 2007 y Octubre del 2009 se producirá la fase previa a los años más duros de la crisis: 2010, 2011 y 2012. Se irán implementando medidas enfocadas a evitar ‘ir a peor’. En este decorado se producirá el choque entre todo aquello que brinda seguridad y la pura supervivencia debido a que al ser ésta lo fundamental, el mantenimiento de la protección social entorpece las actuaciones necesarias para lograrlo.

Por ello, las políticas y actuaciones se centrarán en ‘lo básico’, lo que dará lugar a que se instalen concepciones minimalistas, y que gran número de servicios básicos -sanidad, educación, ...- entren en crisis, lo que afectará de lleno al modelo de protección social que empeorará ostensiblemente la calidad de su funcionamiento -falta de recursos financieros, de profesionales, de material- así como su grado de cobertura, generalizándose, además, el pago de los menguantes servicios recibidos por parte de sus perceptoras y perceptores como ya sucede en varios países europeos.

La manifestación de esta problemática hasta ahora soterrada, supondrá problemas muy serios en el empleo ya que se irá produciendo un cierre paulatino de empresas; de hecho, tan sólo las muy pequeñas, las de tamaño mínimo o las auténticamente gigantescas, acabarán sobreviviendo; las primeras debido a su gran flexibilidad y adaptabilidad, las segundas, por sus enormes recursos aunque a costa de ir realizando constantes recortes. Todo ello repercutirá negativamente en la renta de las personas, de hecho, tan sólo la población activa altamente especializada en tareas verdaderamente útiles tendrá garantizado el acceso a un empleo.

El resultado será de desconcierto, entre otras razones porque faltará un plan a largo plazo que, por otra parte, será imposible elaborar al no servir las políticas hasta ahora utilizadas debido a la transición sistémica en que se hallan la economía y la sociedad. En consecuencia, tan sólo se irán diseñando medidas cortoplacistas a falta de una estrategia estructurada a largo plazo. En otras palabras, y literalmente, no se sabrá qué hacer.

En contra de lo que podría pensarse, la población aceptará bastante bien el paso de un mensaje en el que todo apuntaba a un mundo maravilloso, a otro tachonado de problemas. Al margen de que las ciudadanías de los diferentes países percibirán esos problemas, es posible que ciertas estadísticas, que algunos datos, puedan llegar a ser manipulados y falseados a fin de inyectar ciertas dosis de optimismo en la población; a la vez, el creciente control sobre la libertad de expresión encuadrado en la ‘lucha contra el terrorismo’, facilitará las intervenciones en y la censura de, los temas considerados sensibles.

Para acabar de complicar este panorama, imaginemos el impacto que supondría que llegasen a cumplirse las previsiones relativas al estallido, entre Diciembre del 2007 y Enero del 2008, de una pandemia del tipo de la gripe española de 1918, combinada, o no, con varios desastres naturales provocados por el cambio climático que ya se está produciendo en el planeta.



Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

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