viernes, 4 de febrero de 2011

Opinión, 21 de Agosto de 2007

Opinión, 21 de Agosto de 2007

Pisos

Santiago Niño Becerra


Puede que consideren banal el título de hoy teniendo en cuenta lo que está sucediendo; no lo hagan: lean.

Como ya les he dicho, de tanto en tanto personas amables que conocen lo que me interesa me remiten cosas que pescan en la Red. Hace escasos días una de estas personas me remitió algo realmente interesante: lo que a continuación reproduzco. Pasen de la forma, lo importante es el fondo.

“La nómina de mi padre, en diciembre de 1979, era de 38.000 pesetas. Él trabajaba como peón en una obra. En ese mismo momento le ofrecieron comprar una casa. Le pedían un total de 500.000 pesetas por ella. Decidió no arriesgar y continuar viviendo en régimen de alquiler, en unas condiciones muy buenas. Se trataba de una casa modesta pero muy bien ubicada, en pleno centro de un pueblo cercano a Barcelona. A los pocos meses mi padre y mi madre compraron un terreno en otro pueblo de la misma provincia y en menos de cinco años de esfuerzo ya habían levantado y pagado una vivienda de 120 m2.

Han pasado 27 años. En 2006 y en el mismo pueblo donde viven, un piso modesto de 75 m2 a las afueras no se encuentra por menos de 35 millones de pesetas, y estoy siendo muy generoso. En el año 1979 el coste de un piso era del orden de 14 mensualidades de un peón de obra: 38.000 pts/mes x 14 meses = 532.000 ptas.

El sueldo en 2006 de un universitario recién titulado en ingeniería informática sin experiencia profesional no llega a las 200.000 pesetas mensuales. En el año 2006 una vivienda modesta cuesta 175 mensualidades (14 anualidades!!!) de un ingeniero informático (200.000pts/mes x 175 meses = 35.000.000 ptas.) Los jóvenes de hoy necesitaríamos cobrar 2,5 millones de pesetas mensuales para estar en igualdad de condiciones con nuestros padres que compraron una vivienda a principios de los años 80: 2.500.000 pts/mes x 14 meses = 35 Millones de ptas. Los pisos en el año 2006 deberían costar 2,8 millones de pesetas para que los jóvenes de hoy estemos en igualdad de condiciones con nuestros padres en 1979: 200.000 pts/mes x 14 meses = 2.800.000 ptas.

No encuentro adjetivo alguno en el año 2006 para calificar lo que mi padre consideró arriesgado en 1979. Está claro que los pisos no van a pasar a costar de la noche a la mañana 12 veces menos, de 35 a 3 millones. También está claro que no voy a cobrar 2,5 millones de pesetas mensuales, por muy buen trabajo que encuentre y por muchos estudios que tenga.

Lo primero que se le ocurre a uno es seguir viviendo en casa de sus padres y ahorrar el 100% del sueldo durante los próximos 14 años, para el año 2020 (yo rondaré ya los 40 años de edad) tendré el dinero suficiente para comprar una vivienda al coste del año 2006 pero, por supuesto, no al coste del año 2020.

Evidentemente esta ocurrencia la desecha uno antes de hacer cualquier cálculo. Aunque un joven bienintencionado consiga ahorrar 2, 4 ó 6 millones con mucho esfuerzo en pocos años, a día de hoy nunca podrá evitar lo siguiente: 1) Pedir un préstamo al banco a 40 o 50 años (si consigues ahorrar 2, 4 ó 6 millones puedes reducir el período a 35- 45 años, pero 5 años no suponen prácticamente nada cuando estamos hablando de medio siglo de pago). 2) La otra solución es pagar un alquiler de por vida.

Después de esta reflexión ten la delicadeza de no decir a un joven que su problema es que no ahorra, eso fue válido para ti en 1979, incluso era valido para algunos jóvenes en 1999, pero no en 2006, en 2006 sólo consigues cargar con más impotencia, si cabe, al muchacho. El esfuerzo de nuestros padres, sin duda alguna admirable, no era estéril (podían obtener una vivienda de propiedad en un período de 5 años). El mismo esfuerzo realizado por nosotros, los hijos, sólo llega para quizá reducir en 5 años una hipoteca de medio siglo.

La vivienda nunca fue un objeto para enriquecerse, sino para vivir y es de lo poco material que sí necesitamos. La ley del libre mercado puede establecer el precio de los televisores de plasma al precio que quiera… yo no los compraré… pero nunca tuvimos que permitir que esa misma ley fijara el precio de la vivienda, porque todos necesitamos vivir en una y no todos podemos pagarla. Los jóvenes, incluso aquellos que tenemos estudios superiores, no podemos competir”.

Lo dicho, para pensar; ¿a qué sí?.

(Un amigo acaba de contarme lo siguiente. En un barrio popular de la popular localidad vizcaína de Barakaldo hace pocos meses que finalizó la construcción de una serie de bloques de viviendas populares, viviendas que saliron a la venta por 50 millones de pelas la unidad. Pues bien un conocido de mi amigo que, para invertir, adquirió una y que ahora, por diversos motivos, tiene que sacársela de encima, ha tenido que bajar 10 kilos para poder venderla. ¿No dicen que no pasa nada malo en la economía española y que el precio de la vivienda no está bajando?).

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon LLull.

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