viernes, 4 de febrero de 2011

Opinión, 30 de Agosto de 2007

Opinión, 30 de Agosto de 2007

Ahora, sí; antes, no.

Santiago Niño Becerra


Ahora se dicen cosas que hace meses no se decían.

El periódico El País, en la página 66 del ejemplar del pasado 19 de Agosto, publicó una columna en la que reproducía y comentaba una entrevista de la canciller de Alemania, la Sra. Angela Merkel, aparecida el mismo día en una publicación alemana. Pongan atención a lo que decía la Sra. Merkel.

“Hemos llegado a una impenetrable cadena de reaprovechamiento de los riesgos crediticios que al final avalamos todos”. ¿Alguien puede decir que las palabras de la jefa de Gobierno de la RFA no son ciertas?. Pero esas palabras, la Sra. Merkel las ha pronunciado ahora, no doce meses atrás; ahora. Ahora es cuando expertos y políticos se están rasgando las vestiduras ante el tamaño que ha alcanzado la esfera que, alimentada por ellos mismos, se ha ido creando a lo largo de los últimos quince años; ahora; no cuando las cosas se decía que pintaban bien y estábamos viviendo los días de ‘vino y rosas’.

Durante estos quince años se ha formado una esfera sustentada en el endeudamiento masivo y creciente y cebada con los productos obtenidos a partir de la manipulación ingenieril del riesgo que se ha tenido que asumir a fin de permitir ese endeudamiento masivo y creciente. Cuando esa esfera ha alcanzado un tamaño que ha superado el tamaño máximo permitido por las leyes físicas, el tinglado se ha venido abajo, lo que ha coincidido, ¡claro está!, con la transición en la que el sistema está inmerso.

Mucha razón tiene la Sra. Merkel: los riesgos los avalamos todos, porque, cuando los bancos centrales inyectan pasta en el sistema, cuando las compañías reducen sus plantillas a fin de hacer frente a la presión de los mercados que exigen mayor rentabilidad, cuando la población se entrampa hasta las cejas a fin de consumir y seguir consumiendo, cuando los políticos hacen propuestas para bajar los impuestos a los endeudados a fin de obtener votos y a fin de que el tinglado continúe su marcha, todos pagamos los riesgos. Es perverso, pero es así.

Todas/os aquellas/os con dos dedos de frente y todas/os aquellas/os con poder decisorio en el contexto económico mundial han tenido que ver que la senda por la que se ha hecho circular a la economía desde 1991 -sobre todo- no era sostenible; todas esas personas han tenido que ver que el volumen crediticio que se iba creando en el sistema no era sostenible; que no lo era el nivel de endeudamiento que se iba permitiendo alcanzar a personas, familias y compañías; que no lo era la maraña financiera que se ha formado a fin de ingenierizar las finanzas mundiales para exprimir hasta la última gota las posibilidades de ganancias; que no lo era ni el volumen de oferta productiva ni el de demanda consuntiva; que no lo era la expansión de la brecha entre el decil más rico de la población y los deciles más pobres de la misma; que no lo era el si, pero no, y sin más, en el que ha entrado la evolución de la productividad. Nada de todo eso era sostenible, pero por ese camino se ha avanzado, y ello ha ido dando lugar a una serie de riesgos que se han ido asumiendo. ¿Asumiendo, o haciendo que fuesen asumidos?.

Pero ahora no vale decir “¡Oh!. ¡Qué mal lo hicimos!”, y no vale porque eso que se hizo, hizo que el PIB creciese como ha crecido; el problema es que la mayoría de ese PIB era a crédito, y las deudas, en algún momento han de ser pagadas, como en Don Juan Tenorio.

Ahora empiezan a aparecer las consecuencias de esos riesgos, y ya no hay cobertura para los mismos, por lo que a la mayoría de las personas físicas y jurídicas esos riesgos les ha cogido con el culo al aire. ¿Alguien creyó que esa situación nunca llegaría?, ¿se pensó que cuando llegase ya se inventaría algo para salir del paso?, ¿o se dijo que sí, que vale, que las cosas pasan y que los muertos son inevitable y necesarios porque así se producen correcciones saludables?.

Ahora, personas como la jefa del Gobierno alemán dicen cosas como esa, ahora, no antes, cuando ya todo lo que se haga de muy poco va servir y cuando los ataúdes ya están dispuestos en el patio de la funeraria. Y ahora se aplica el manual y se piden bajadas de tipos que de nada van a servir.

Quienes tenían que ganar ya ganaron y los que van a perder perderán; o sea, que entre todos avalaremos lo que tengamos que avalar. Como tiene que ser, ¿verdad?.

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

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