viernes, 4 de febrero de 2011

Opinión, 15 de Agosto de 2007

Opinión, 15 de Agosto de 2007

Avaricia

Santiago Niño Becerra

Tal vez se sorprendan por el título de hoy; no lo hagan, tiene su justificación.

Hace unos días, la emisora barcelonesa Com Radio me invitó a participar en un programa cuyo hilo conductor me sorprendió cuando me telefoneó el director del referido programa a fin de conocer mis disponibilidades de tiempo. Tal hilo conductor eran los Pecados Capitales, y la invitación era para participar el día dedicado a la Avaricia. (¿Habían pensado que mi participación sería en otro pecado?).

La verdad es que el enfoque dado al tema fue muy correcto y sugerente. A lo largo de la charla (en el estudio estuvimos solitos el locutor y yo) apareció de todo y, no podía ser de otra forma, salió a relucir el famoso refrán castellano hoy en total desuso: “La avaricia rompe el saco”. Salió a relucir el endeudamiento monstruoso de españoles y extranjeros, el afán lucrativo de la banca, las consecuencias de los procesos de deslocalización, el boom inmobiliario y, ¡cómo no!, la crisis de las sociedades estadounidenses especializadas en hipotecas de alto riesgo.

El sistema financiero USA, se ha dicho -pero, ¿han notado que cada vez se dice menos?- es perfectamente capaz de absorber la crisis de esas sociedades, de hecho, tales hipotecas tan sólo representan el 15% de los préstamos hipotecarios concedidos en USA; el problema, pienso no es ese, el problema es otro y es doble.

Por un lado, más de la mitad de las hipotecas concedidas en USA lo han sido por entidades no sujetas a supervisión de la FED ya que tal cosa es responsabilidad de cada Estado de la Unión; por otro, gran parte de las hipotecas de alto riesgo fueron dadas a personas que habían sido rechazadas por entidades, digámoslo así, ‘normales’ por los que esas personas tuvieron que recurrir a esas entidades que ahora se ven en apuros debido a los impagos de los prestatarios, problemas que se amplifican por la ingeniería financiera que se ha inyectado en el proceso a fin de que rindiese más. El primer aspecto del problema es legal y de normativa; el segundo, simplificando un poco, es un tema de pura avaricia, de ahí que apareciese en el programa en el que participé.

Tras el batacazo se ha sabido que muchas de esas hipotecas fueron concedidas sin realizar la más mínima comprobación sobre la solvencia de la o del solicitante y, tampoco, sin apenas -o sin ninguna- peritación del valor del inmueble declarado por la o por el solicitante; a partir de aquí se inició el proceso que está donde Uds. conocen. Ahora muchos se estarán haciendo cruces por lo sucedido, y culpando a quienes tenían que calificar el riesgo de todos aquellos que participaron en el proceso, pero la pregunta es, ¿por qué se hizo lo que se hizo?.

Nuestro sistema ha llegado hasta donde ha llegado porque la búsqueda de ‘más’ se ha hecho de forma muy profesional, pero además, porque se ha recurrido a instrumentos como las hipotecas USA de alto riesgo. Ninguna institución financiera ‘normal’ prestaba a personas de riesgo, por lo que alguien descubrió en ellas un nicho de negocio, privado, naturalmente. Mientras las cosas fueron bien -mientras los valores de ‘las casas’ fueron subiendo- todo fue sobre ruedas, pero cuando las cosas han empezado a cambiar, las cañas se han vuelto lanzas, los impagos han crecido y el tinglado se ha mostrado en toda su dimensión.

El negocio inmobiliario creó una oportunidad, la necesidad crediticia un negocio, la avaricia un problema, la ausencia de regulación un posible desastre. ¿Cómo se arregla algo así?. Difícil, ¿verdad?.

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

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